sábado, 29 de enero de 2011

Estudio encuentra vínculo entre grasas “malas” y mayor riesgo de depresión


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Si vas a elegir dulces, mejor que sean frutos secos y no pasteles, y no sólo por la salud cardiovascular, sino también por la mental. Es que se ha comprobado que las grasas saturadas y las trans, presentes en especial en los productos industrializados y en la comida rápida, aumentan el riesgo de sufrir depresión.

Según se publicó en la revista científica “PloS One“, ”en comparación con las personas que no las ingieren, sus probabilidades se incrementan en un 42 por ciento“, un porcentaje por más significativo.

La investigación en cuestión la realizó las universidades de Navarra y Las Palmas de Gran Canaria. Los especialistas encontraron además que, a diferencia de éste tipo de grasas, las poliinsaturadas y el aceite de oliva, “protegen contra las enfermedades mentales y están asociadas con un menor riesgo de depresión“.


Lo cierto es que en los últimos años, la depresión ha ido claramente en aumento, y de forma paralela, como bien han indicado los autores, se ha reducido la ingesta de verduras y pescados, y otros alimentos saludables, y aumentado la de bollería y comida rápida.

Los investigadores examinaron la dieta diaria y estilo de vida de unas 12.059 personas durante un período de seis años, en el que también se tomaron en consideración la posible influencia de otros factores. Así, se pudo observar “que un 30 por ciento de las depresiones serían atribuibles a un alto consumo de grasa perjudicial“, concluyeron los expertos en su trabajo.

Hoy en día, la depresión afecta a unos 150 millones de personas en todo el mundo, y como bien recordó Miguel Ángel Martínez González, autor del estudio, “se trata de la primera causa de pérdida de años de vida sana en los países desarrollados (por años de incapacitación e incluso suicidios), por lo que las acciones preventivas son fundamentales“. Y, en este sentido, la dieta podría ser una pieza clave.

Pero aún más, y así como se encontró una relación entre el tipo de alimentación y las probabilidades de sufrir trastorno mental, también se halló un vínculo con el deterioro cognitivo.

Otro estudio publicado en la revista “Neurology” y realizado en el Instituto Francés de Investigación para la Salud (INSERM), confirmó la asociación entre el síndrome metabólico y la pérdida de memoria en las personas a partir de los 65 años.

Es decir, aquellos que sufren de hipertensión, obesidad o diabetes tienen un 20 por ciento más de riesgo de presentar deterioro en dicha función mental.

Al fin de cuenta, somos lo que comemos y está demostrado, tal como aseguró Miguel Ángel Martínez-González, que “la dieta mediterránea reduce las probabilidades padecer diabetes, hipertensión y obesidad“, y por lo tanto, del deterioro cognitivo que pudieran producir estas afecciones.

Lo ideal sería, según concluyó el profesional español, “que los fabricantes de alimentos quitasen las grasas perjudiciales o al menos informasen de este contenido en el etiquetado. Tendría que estar legislado“.

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