sábado, 11 de diciembre de 2010

Cuestión de amenidades


ESMAS.COM

Las sorpresas culinarias son escasas, pero las hay. Aquí una muestra de lo que se puede hacer en la cocina para consentir al paladar y ofrecer una agradable experiencia.

Como sabe por experiencia todo el que haya estudiado algún idioma extranjero, en todas las lenguas hay palabras que mueven a confusión porque pareciéndose muchísimo a otra palabra castellana tienen un significado completamente distinto; es lo que solemos llamar "falsos amigos".

Uno de estos falsos amigos tiene bastante relación con la hostelería. Me refiero a la expresión "amenities", que no tiene nada que ver con la calidad de ameno y sí con el aseo personal, ya que con ese nombre se conocen los pequeños objetos de tocador que se ofrecen en el cuarto de baño de los buenos hoteles. Ya saben, esa bandejita con jabón, gel de baño, champú, colonia, una dosis de pasta dentífrica, un cepillo dental, una maquinilla de afeitar desechable. Aunque, bueno, eso era antes.

Porque hoy, con la crisis, se impone la cutrez, la tacañería. Las "amenities" son cada vez menos amenas, más escasas en número. A mí me fastidia bastante que, en mis últimas estancias hoteleras, hayan suprimido la esponjita de limpiar el calzado y el propio calzador, instrumentos utilísimos donde los haya. También han desaparecido los artículos que daban una solución de emergencia al frecuente olvido del cepillo de dientes o de los útiles de afeitado. Pero corren malos tiempos, y lo pagan los zapatos, porque gel de ducha y champú siguen poniendo; menos mal.
Pero ahora que los hoteles escatiman en "amenities", son los restaurantes (algunos restaurantes) los que toman el relevo. Y no me refiero al jabón o el agua de colonia del cuarto de aseo, sino a esa introducción al bienestar gastronómico que es el aperitivo.

Hace unos días, en San Sebastián (norte de España), el gran cocinero Pedro Subijana (tres estrellas Michelin) nos puso delante, como aperitivo, una bandeja de "amenities". No faltaba la esponja, ni el dispensador de jabón líquido, ni el sobre de sales de baño, ni la crema para las manos, ni el colutorio dental de color rojo. Al menos, en apariencia.
Porque la "esponja" sobre la que depositar el jabón liquido era un paralelepípedo de pan que imitaba en aspecto, forma y tamaño a la clásica esponjita. El "jabón" era agua de tomate aromatizada con albahaca, que es esa hierba a la que los cursis llaman, a la italiana, "basilico". La "crema hidratante" era, claro, crema de queso de oveja; el "elixir dentífrico" un combinado de cava con jugo de granada, y las "sales de baño" merecen párrafo aparte.

Venían en su sobrecito transparente, de apariencia plástica, que dejaba ver los gránulos rojizos. Pedro nos dijo que metiéramos todo en la boca, sobre incluido. Al contacto con la saliva, ese "sobre", hecho de un material procedente de almidón de patata que los japoneses llaman "obulato", se disolvió en un segundo, liberando un crujiente y sabroso "sándwich de mar": caparazones y cabezas de gamba reducidos a cristalitos, todo picado y tostado. Delicioso. Y una original manera de predisponer al comensal, con un aperitivo realmente ingenioso.

Era muy divertido, después, ir viendo las caras que ponían los clientes llegados tras nosotros cuando el camarero les proporcionaba su juego de "amenities". Caras que reflejaban, en principio, sorpresa; inmediatamente, desconfianza, el clásico "¿qué será esto?", para, a medida que lo iban probando, virar a expresiones de satisfacción, que se convertía en caras de placer en el momento de saborear las "sales de baño".

Pedro Subijana dice siempre que aspira a que los clientes de su casa no sólo coman bien, sino que se diviertan, se sorprendan y, a poder ser, se emocionen. Yo, en su 'Akelarre', he comido siempre muy bien, y me he emocionado unas cuantas veces.

En cuanto a lo de divertirse y sorprenderse, ya ven que ambas cosas están garantizadas en un restaurante que convierte las muy higiénicas "amenities" en unos deliciosos aperitivos, sorprendentes y divertidos.

Me da en la nariz que va a cundir el ejemplo y aparecerán más "amenities" en las mesas de los restaurantes. Y estará bien, al menos hasta que nos acostumbremos.

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