miércoles, 14 de diciembre de 2011

Orangutanes permitirían entender la obesidad en las personas

EL HERALDO DE CHIHUAHUA

Chicago.- En tiempo de abundancia, los orangutanes de la isla de Borneo se dan atracones de frutas del bosque, lo que los hace aumentar de peso para prepararse para los años de escasez de alimentos, cuando sobreviven con hojas, corteza y su propia grasa.

Esta conducta de comer excesivamente es muy común en los seres humanos, pero muy poco frecuente entre los primates no humanos, y estudiarla brindaría algunos indicios sobre la obesidad y los trastornos de alimentación en las personas, informaron investigadores de Estados Unidos.

"Los orangutanes son modelos muy interesantes para estudiar la obesidad humana porque son realmente los únicos simios y posiblemente los únicos primates no humanos que almacenan depósitos grasos", dijo Erin Vogel, antropóloga de la Rutgers University en Nueva Jersey.

"Nunca se ha documentado en ninguna otra especie", señaló en una entrevista telefónica Vogel, cuyo estudio aparece en la revista Biology Letters.

Vogel y colegas estudiaron muestras de orina de orangutanes de Borneo recolectadas laboriosamente durante un período de cinco años por un equipo dirigido por la doctora Cheryl Knott, antropóloga de la Boston University.

"Los orangutanes que viven en este hábitat realmente desafiante pueden tomar ventaja de estos períodos de increíble abundancia de frutas", dijo Vogel. "Comen, comen y comen y engordan", agregó la experta.

Luego, atraviesan períodos de muy poca producción de fruta que pueden durar hasta ocho años.

En el estudio, cuando los alimentos se vuelven más y más escasos, los orangutanes acuden a hojas secas y corteza para sobrevivir. El equipo observó cambios en la orina de los simios.

Primero, los investigadores observaron cetonas, una señal de que el cuerpo estaba metabolizando grasa. "Eso indica que están quemando esa grasa para tener energía", explicó Vogel.

Después registraron isótopos de nitrógeno elevados, lo que manifiesta que las células musculares se estaban descomponiendo para obtener proteína y energía.

"Tienen que obtener energía de algún lado, por lo que comienzan a digerir su tejido corporal, tan como se hallaría en situaciones en que los humanos empobrecen, y en la anorexia, donde podríamos ver condiciones en las que las personas digerirían sus propios músculos", detalló la experta.

Vogel señaló que el estudio muestra cómo los orangutanes sacaron ventaja de su capacidad de almacenar grasa para aumentar sus posibilidades de supervivencia, pero esta misma habilidad es un déficit para la mayoría de los humanos que no necesitan acopiar alimentos de esa forma.

"Tenemos esa maravillosa capacidad de almacenar grasa, y ahora la mayoría de nosotros desearía no tenerla", agregó la experta.

Vogel añadió que en estudios futuros planea observar las fluctuaciones de las hormonas grelina y leptina -asociadas con el hambre- durante los períodos de escasez y abundancia de alimentos.

Además indagará en los cambios en químicos que indican inflamación celular conocidos como citoquinas, que se cree que juegan un papel importante en la obesidad.

Los orangutanes están en peligro de extinción. Hay sólo 50.000 individuos en Borneo y 7.300 en Sumatra, los dos únicos lugares del mundo en que aún se los puede ver viviendo fuera de cautiverio.

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