lunes, 7 de febrero de 2011

Si quieres dejar de fumar, no descuides tu alimentación y practica ejercicio


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El cigarrillo es causa directa de miles de muertes al año, y no es broma. Sin embargo, el vicio puede ser tan fuerte que sea muy difícil dejarlo. Según la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), unos tres millones de españoles intentarían en los primeros meses de este año dejar de fumar. Y bien por ello.

Además de la adicción que el tabaco provoca, otro “trastorno secundario” podría ser, quizás, que se ganen algunos kilos. Esta ganancia de peso se produce ya que el dejar el cigarrillo, se afecta (o normaliza) las hormonas, al sistema nervioso, al sentido del gusto y del olfato, entre otros factores, que llevan a un mayor estado de ansiedad.

Como bien indicó Jocelyne Bertoglio, dietista del departamento de diabetología del Hospital Universitario de Niza (Francia), es la nicotina, en realidad, la que provoca graves alteraciones en el metabolismo, lo cual tiene efectos sobre el peso corporal, la digestión de los alimentos, el metabolismo de los nutrientes y la elección de alimentos. Pero además, el organismo del fumador consume más calorías para eliminar los tóxicos que contiene el tabaco.


De modo inverso, el fumador suele saciar episodios de hambre con un cigarrillo. Además, como el tabaco deteriora el gusto y el olfato, cuando se deja el cigarrillo no sólo se suelen presentar más ganas de comer sino también en muchas ocasiones se buscan alimentos de sabores fuertes, dulces, salados y/o picantes, lo que se traduce en el picoteo de productos azucarados, con más grasa, y, por ende, más energéticos también. El resultado de esto es, a menudo, el aumento de peso.

De manera general, la recomendación básica es que tras abandonar el cigarrillo, se hagan ciertos cambios en la dieta diaria y se incorpore actividad física (aunque sea moderada).

Uno de los consejos básicos es llevar adelante una dieta fraccionada, es decir, programar seis comidas diarias e incluir alimentos ricos en fibra y carbohidratos complejos. De este modo, no sólo se reducirá la apetencia por lo dulce sino también el posible estreñimiento (otro de los “efectos secundarios” que suelen aparecer tras el dejar de fumar).

Cereales, pastas, pan y arroz integrales, legumbres, y el comer entre 2 y 3 piezas de fruta y dos raciones de verdura por día, son algunas de las recomendaciones. Así también, beber abundante agua y la práctica regular de ejercicio, lo que hará la diferencia.

Otra opción es basar la dieta en alimentos saciantes y con poco valor calórico: por caso, un buen plato de ensalada o de verduras, una sopa y consumir frutas, también puede ser una buena forma de llenar el estómago y sin gran aporte de energía.

También recuerda llevar una alimentación rica en antioxidantes: la nicotina y demás sustancias dañinas del tabaco aceleran los procesos de oxidación celular, lo cual predispone al fumador a un riesgo aumentado de cáncer, de accidente cardiovascular, trastornos degenerativos, entre otros.

Por ello, se deberá incluir alimentos antioxidantes: frutas, hortalizas y verduras de colores y de temporada desde el desayuno hasta la cena. Los antioxidantes como la vitamina C de los cítricos, los beta-carotenos de los vegetales anaranjados, el licopeno del tomate y el selenio de los cereales integrales contribuyen a eliminar más rápido los radicales libres generados por el tabaco y demás sustancias perjudiciales.

Finalmente, también se podrá incluir el té verde suave (rico en antioxidantes), las infusiones, zumos naturales, caldos a base de vegetales, las bebidas lácteas desnatadas o las bebidas de soja, avena o arroz, ya que ayudarán a ocupar espacio en el estómago sin gran aporte de calorías.

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