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La máxima funcionaria de la ONU sobre el cambio climático dijo que confía en que los gobiernos adoptarán ya una decisión largamente postergada sobre si los países industrializados deberían adoptar nuevos compromisos para reducir las emisiones de los gases causantes del efecto invernadero
Los delegados de unos 190 países se reúnen en Durban para participar en una conferencia de dos semanas, en la que esperan desatascar la forma de reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y otros contaminantes.
Christiana Figueres, quien encabeza la secretaría de la ONU sobre el cambio climático, dijo que es mucho lo que está en juego en estas negociaciones, con el respaldo de nuevos estudios científicos.
Bajo consideración se encuentra "la revolución energética, industrial y de comportamiento más grande jamás divisada por la humanidad", según la funcionaria.
El arzobispo Desmond Tutu oficiará una misa es un estadio de fútbol el domingo por la tarde en la que pedirá a los negociadores que sean más ambiciosos en esta conferencia.
No es factible el logro de un tratado general que gobierne las emisiones globales de carbono tras el fracaso de la conferencia climática de Copenhague hace dos años.
Ese enfoque de profundo calado ha sido reemplazado por esfuerzos escalonados para construir nuevas burocracias que ayuden a apartar la economía global de la generación de electricidad con plantas que quemen carbón (así como la producción industrial y el transporte basados en emisiones de carbono) a tecnologías más bonancibles al cambio climático.
Empero, sigue patente la división entre países ricos y pobres sobre el futuro del Protocolo de Kioto de 1997, que ha dificultado las negociaciones.
Figueres dijo esperar una decisión sobre la prórroga de la reducción de gases contaminantes conforme al acuerdo de Kioto, que ha sido postergado durante dos años. Los compromisos acordados expiran el próximo año.
"Es una enorme dificultad la que encaran los gobiernos", aunque no parecen interesados en un nuevo retraso, dijo la funcionaria.
Una de las prioridades de la agenda es la gerencia de un fondo que en los próximos ocho años ascendería a 100 mil millones de dólares anuales para ayudar a los países pobres a encarar las condiciones del cambio climático.
Sigue habiendo dudas sobre el manejo de ese dinero y su distribución, aunque es más perentoria la forma en que esos fondos puedan ser generados de los nuevos recursos además de los cauces establecidos por Occidente.
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