sábado, 25 de junio de 2011

Las alergias a los alimentos son más comunes y severas en niños


CNNMEXICO.COM.MX



“Papá, me duele la garganta. ¿Me puedes conseguir unas pastillas para la tos?”, pidió B.J. Hom a Brian, su padre.



Brian no tenía ni idea de que esas serían las últimas palabras que escucharía de su hijo. La familia Hom acababa de llegar a un centro turístico en Los Cabos, México, para celebrar la graduación de preparatoria de B.J. y sus 18 años.



Cuando Brian fue por las pastillas para la tos a la tienda de regalos, B.J. se colapsó, sus labios se pusieron azules y su cara se puso pálida, con problemas para respirar. Él murió esa noche debido a una reacción alérgica, probablemente debido a que el postre del bufé de la cena tenía como ingrediente los cacahuates.



Desde entonces, Hom realiza pláticas sobre los peligros de las alergias a alimentos y educa a la gente sobre la manera de protegerse a sí mismos y a sus hijos de una posible reacción mortal.



En un nuevo estudio en la revista Pediatrics se confirma este creciente problema de alergias a alimentos entre los jóvenes. Los investigadores encontraron que un 8% de los jóvenes menores de 18 años en Estados Unidos presentan alergia a por lo menos un alimento. En el pasado, las estimaciones variaban del 2 al 8%, sumándose a la creciente evidencia de que los niños cada vez tienen más reacciones alérgicas a alimentos.



Aún más sorprendente, entre los que tienen reacciones alérgicas a los alimentos, aproximadamente el 39% tenía antecedentes de una reacción grave y el 30% era alérgico a varios alimentos. El alimento alergénico más común fueron los cacahuates, seguido por la leche y los mariscos.



“Algunas veces, cuando la gente piensa en reacciones alérgicas a alimentos, piensan en sarpullido o dolor de estómago. Lo que no creo que la gente entienda es que puede ser potencialmente mortal. Puedes tener una reacción grave y terminar en el hospital e incluso morir por una alergia a alimentos”, dijo el doctor Ruchi Gupta, profesor asociado de pediatría de la Northwestern University Feinberg School of Medicine y principal autor del estudio.



Desafortunadamente, no hay una prueba para determinar quien tiene más probabilidades para sufrir una reacción severa y quien tendrá síntomas leves. Tampoco hay una cura para las alergias a alimentos. Las medidas a tomar son evitar esos alimentos y llevar consigo siempre un auto inyector de epinefrina (adrenalina) en caso de emergencia.



A B.J. nunca se le realizó una prueba para alergias alimentarias, pero por experiencia sabía que con pescado —y la urticaria que le salía cuando comía cacahuates— que debía evitar ciertos alimentos. Parecía controlar estas reacciones relativamente leves con antihistamínicos y no cargaba con una con un auto inyector de epinefrina.



Después de la muerte de B.J. en julio de 2008, Hom hizo que sus otros hijos, Brandon y Steven, se realizaran estudios para las alergias. Los dos dieron positivo en alergia a los cacahuates, lo que puede explicar la razón de por qué Steven tuvo urticaria después de comer el mismo postre del bufé que provocó la muerte de su hermano.



“Para un niño con alergia a alimentos, un bufé es casi una pesadilla”, dijo Gupta. No se conocen los ingredientes de los alimentos o si tuvieron contacto con algún alergénico en la cocina, o si los utensilios tuvieron contacto con algunos de esos alimentos, dijo.



Los Hom se aseguran de tener un autoinyector de epinefrina con ellos a todo momento por Steven, ahora de 15 años. Pero Brandon, de 18 años, dice que él no necesita traer uno, porque él no tuvo ninguna reacción en la prueba oral de alergia a los cacahuates.



La experiencia de B.J. también refleja una tendencia, que se muestra en el estudio de Gupta, que los niños tienen reacciones alérgicas cada vez más severas conforme van creciendo. Gupta cree que el motivo sea a que la alergia se vuelva peor, más bien se debe a que los padres no pueden monitorear los hábitos alimenticios de sus hijos cuando se vuelven mayores y se vuelven más independientes.



“Los adolescentes no creen que sea cool cargar con un auto inyector”, dijo el doctor Clifford Bassett, director de Allergy & Asthma Care de Nueva York y miembro del comité de educación de American College of Allergy, Asthma and Immunology. Hay un sentimiento de vergüenza asociado con las alergias a alimentos, particularmente en los adolescentes, y sobre todo cuando se niegan a besar a una persona que les gusta y que haya comido cacahuates u otros alimentos a los que son alérgicos.



En los nuevos estudios se encontró que los niños asiáticos y afroamericanos son más propensos a tener alergias a alimentos, mientras que los niños blancos tienen más probabilidades de ser diagnosticados que los asiáticos, afroamericanos e hispanos.



Los niños en hogares con un ingreso menor a 50,000 dólares tienen menos probabilidad de tener esas reacciones alérgicas.



Es difícil saber qué causa esas disparidades, dijo Bassett. Podrían reflejar diferencias en el acceso a los cuidados de salud —los que tienen mayores ingresos pueden tener mayores medios para obtener diagnósticos—, pero se necesitan más estudios para confirmar esta relación.



En el estudio se encontró que las alergias a alimentos eran más severas en niños que en niñas, en niños de dos años o menores, y entre los que presentaban alergias a varios alimentos.



Si sospechas que tú o tu hijo tiene algún tipo de alergia a algún alimento, haz que un alergólogo certificado haga pruebas. Si tu alergólogo te dice que debes evitar ciertos alimentos, asegúrate de leer las etiquetas de todo lo que comas, pregunta los ingredientes en los restaurantes y siempre carga contigo con un auto inyector de epinefrina. Trabaja con tu médico para crear un plan de acción para alergia a alimentos.



“Espero que algún día encontremos una cura y que podamos conocer la causa”, dijo Hom, “para que las futuras generaciones no tengan que vivir con miedo de salir a comer”.

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